Gus Domínguez fue el agente que representó en el 2000 al cubano Andy Morales.
POR JORGE EBRO
Aroldis Chapman es todo sonrisas y su vida parece llena de posibilidades ante el hecho casi seguro de que celebrará el fin de año convertido en millonario y al timón de ese Lamborghini que dijo querer en una entrevista.
Pero si el futuro del holguinero es luminoso, su historia pasada es un compendio de riesgos y peligros, que ilustra todo el mundo difícil en torno a los peloteros cubanos que sueñan con llegar a las Mayores.
Riesgos que alcanzan, sin duda, a los agentes que pretenden representarlos y lograr los beneficios sociales y económicos -que bien merecen- por abrirles paso en la madeja legal y burocrática a sortear antes de poner un pie en un terreno de la gran carpa.
Juan Ignacio Hernández Nodar y Gustavo Domínguez son ejemplos perfectos.
Recién llegado a Miami el jueves, Hernández permaneció 13 años y medio en prisiones de la isla por ayudar en la fuga de peloteros cubanos; Domínguez, por su parte, cumple desde abril del 2008 una condena de cinco años en este país por "contrabando ilegal de personas'', o para ser más claros, jugadores también cubanos.
Uno fue víctima de las autoridades cubanas, el otro de las leyes estadounidenses, pero ambos arriesgaron todo por facilitar el escape de jugadores a los cuales les estaba prohibido el progreso personal en su profesión.
"Tuve que cumplir hasta el último día a los señores'', comentó Nodar al canal 41 tras abrazar a su madre en el aeropuerto de Miami, y con la convicción de que cada uno de esos días son como una especie de marca de honor que llevará para siempre. "Creo que todo lo que hice fue el bien de quienes quise ayudar''.
Probablemente, Domínguez también cumpla la mayoría a todos sus días en prisión, pero muchos de quienes le conocen aseguran de que en el individuo que hoy vive detrás de las rejas se esconde un ser humano que cayó en medio del fuego político de dos naciones encontradas.
"Gus es una gente buena'', aseguró Juan Alvarez, ex jugador de las Mayores y ahora cazatalentos de los Rangers de Texas. "Todo el mundo quiere hacer dinero en este negocio, pero Gus también se preocupaba por el aspecto humano. Lo que pasa es que alrededor de los cubanos hay muchos factores que enturbian el ambiente, lo ensucian, empezando por el régimen de La Habana y luego por la batalla, entre gente de aquí, por hacerse de los servicios de los muchachos''.
Como pueden atestiguar Chapman, Yuniesky Maya y Leslie Anderson, escapar de Cuba ya de por sí es un riesgo. Los tres fueron capturados en un primer intento antes de tener suerte en la fuga.
Pero todo no para ahí.
Conducidos por personas, a veces, inescrupulosas, la travesía puede ser un calvario, para no hablar ya de transacciones que pasan de manos a otras en pago de la mercancía. La residencia en un tercer país. La puja dura y cruda por representar a los talentos. ¿El fin justifica los medios? Es un tema a debatir.
"Estamos hablando de un sistema que no es transparante'', explicó Alvarez. "Los muchachos desconfían de los agentes, los agentes de los muchachos. Personas que no tienen conocimiento de cómo funcionan las Mayores de pronto quieren nadar en río revueltos y se declaran agentes de facto. Es difícil negociar en un ambiente así''.
Y es difícil negociar con con los peloteros cubanos, que vienen de un mundo regido por leyes que oscilan entre el caos y lo cuartelario, y donde las leyes humanas o gubernamentales son letra muerta o letra con sangre, según el momento.
"A veces te dan su palabra o firman un contrato y luego se van con otro agente, porque les hizo tales y cuales promesas'', comentó un conocido representante de cubanos que prefirió mantener el anonimato. "Al principio eso me molestaba mucho, pero he llegado a entender que no es culpa de ellos sino de las circunstancias en las que se desarrollaron. Uno encuentra historias con final feliz, pero alrededor de los peloteros cubanos hay mucho dolor''.
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