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sábado, 21 de noviembre de 2009

49 SN: El adiós del "Señor .400"

 

por Tony Díaz

Noviembre 19, 2009

Osmani Urrutia

El Señor .400, Osmani Urrutia, dice adiós.

Seguramente hoy, en el adiós, se le hará un nudo en la garganta, las palabras no le brotarán y quizás, hasta una lágrima aflore en los ojos del pelotero cubano que más títulos de bateo ganó en temporadas locales de béisbol: Osmani Urrutia Ramírez.
El tunero, participante en el I Clásico Mundial de Béisbol, regaló a sus seguidores cubanos y de otras naciones hazañas difíciles de igualar.
Urrutia, de 33 años, obtuvo average de .371, uno por delante del avileño Isaac Martínez Dorta y tres más que el pinero Michel Enríquez, sus más cercanos perseguidores en la campaña 2007, penúltima en que participó, para hacerse de su reinado de despedida del bateo.
Pero todo comenzó en el 2001, cuando en la XL serie promedió .431, e inauguró aval de cinco coronas consecutivas, las primeras cuatro por encima de los .400.
Un año después, el igualmente monarca olímpico en Atenas 2004, finalizó con 408, también líder, y en la siguiente campaña llegó hasta .421.
Durante el Campeonato 48, en 2004, estampó .469, el más alto promedio de pelotero alguno aquí, para enviar al olvido lo hecho por Pedro Luis Rodríguez (Habana) y Omar Linares (Pinar del Río), quienes batearon para .446 en la XXVII y XXXII series, respectivamente.
Inconforme, el más prominente de los Leñadores volvió a hacerse del pergamino en el 2005, durante la XLIV edición, aunque por debajo de los .400, con .385.
En la XLV Urrutia volvió a los .400, pero entonces consiguió .425, inferiores a los .447 del pinero Michel Enríquez.
Sus seis coronas de bateo dejaron atrás las cinco de Linares y del matancero Wilfredo Sánchez.
Poseedor de una fuerza descomunal como los sluggers, Urrutia no fue un jonronero.
«Lo más importante es pegarle a la bola, por eso mi average es alto, pues no voy al cajón de bateo a dar jonrones ni a tratar de darle duro, sino solo a chocarla y conectar de hit», reveló en más de una ocasión.
De depurada técnica, la velocidad con que sacaba el bate se comparó con la de los igualmente internacionales Frederich Cepeda y Yoandri Urgellés, de los más rápidos en Cuba.
«Desde que comencé en el béisbol me acostumbré a tirarle recto a la pelota, mi swing es más de tacto que de fuerza», refirió a la prensa.
Para quien entrenaba siempre en doble sesión, el adiós al deporte activo representa un cambio total en su vida.
Pero, los grandes son aquellos cuyos nombres perduran en el tiempo por sus hazañas, y Urrutia seguramente estará en el corazón de muchos, lo mismo en Macagua 8, su natal terruño, que en los sitios donde su madero brilló.
Por lo pronto se alista para su próximo reto, entrenar a jóvenes, mientras el béisbol cubano puede jactarse de estar en presencia de uno de sus hijos predilectos, fiel y caballeroso dentro y fuera del diamante.

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