Kendry Morales dejó su huella en la liga cubana
Por Wright Thompson
ESPN.com
Ahora Kendry Morales es un candidato para Jugador Más Valioso de la Liga Americana, disfruta de todo lo que trae el estrellato. Su historia de escape en Cuba es famosa, así como sus logros.
Cuando yo lo conocí hace seis años, sólo un manojo de estadounidenses habían escuchado sobre él.
Yo era reportero para el periódico Kansas City Star, y él quería sacarle provecho a una asombrosa temporada como novato en la liga cubana. Yo creo que nunca se había entrevistado con un estadounidense anteriormente, y cuando la historia estaba completa, llevaba el título de "El mejor jugador que tú nunca verás". (Sí, sí. Eso fue un mal presagio. Seis años después, el Star se disculpa por su error.)
Él se veía tan joven para entonces. Vivía con su madre, Noevia, en una casa pequeña a las afueras de La Habana. Era un hombre-niño. "Él no plancha", me dijo su madre. "Él no cocina. … Él se sienta en la mesa, por allá, 'Noevia, Noevia, estoy hambriento'. Yo tengo que empezar a cocinar algo muy rápidamente".
Yo recuerdo que era inmaduro y tímido, pero mayormente, recuerdo cuán importante era que él pudiera ser exitoso para los seguidores del béisbol cubano. Él era el orgullo de la nación: la primera estrella que surge de la generación de chicos cubanos que crecieron luego de la caída de la Unión Soviética. Aquellos fueron años brutales en la isla -- llamados como el Periodo Especial -- y los veteranos temían que el béisbol sería una de las víctimas.
"Debido a la crisis, la escuela no tenía las mejores condiciones para sobrevivir, las mejores condiciones para comer", me dijo Morales. "Algunas veces, los maestros se perdían un día de clases porque la escuela estaba demasiado lejos de la ciudad. Para entonces, todos nosotros éramos niños -- pero todos nosotros éramos niños con un sueño".
En su primer año, rompió todos los récords de novatos.
"Ellos están llenando ese vacío que nosotros dejamos", dijo Lourdes Gourriel, el manager del equipo Sancti Spiritus y ex estrella cubana. "Ellos lo están haciendo hasta mejor que lo que nosotros hicimos. En medio de esta crisis, hay jugadores jóvenes que han surgido. Eso demuestra que Cuba sigue produciendo béisbol".
A todas partes que íbamos, encontramos Kendrymanía. Una tarde, su madre se detuvo para ver a los niños jugar en un lote vacío. Uno de ellos tenían el número de su hijo: 8. Ella se sonrió cuando el amigo del niño lo llamó Kendry.
"¿Quién es Kendry Morales?", ella preguntó.
"Yo soy Kendry Morales", dijo el chico, "y yo soy el mejor".
Bateó el próximo lanzamiento y corrió las bases. Luego de eso, ella sacó unas fotografías de su cartera. Cuando los jóvenes jugadores se dieron cuenta que era la madre de Kendry Morales, se acercaron más. La abrazaron y la besaron, y le preguntaron si podían visitarla. Esta era la Cuba del invierno del 2003.
"Yo creo que este es un momento histórico en mi carrera y en mi vida", dijo la leyenda cubana Javier Méndez. "Él puede la próxima gran estrella cubana de todos los tiempos. Escúchame. Lo que hizo Kendry el año pasado como novato, nadie lo ha hecho antes. Ni siquiera Omar Linares -- la figura mayor del béisbol cubano".
Eso es lo que pudo haber sucedido. Por el contrario, asustados de su propia paranoia, las autoridades del béisbol sospecharon que Kendry hablaba con un agente. Ellos lo llamaron a casa en medio de una gira internacional en noviembre del 2003, y nunca más jugó para el equipo nacional. El único problema fue que no se había reunido con ningún agente.
Eso no importaba. Se tenía que ir. Trató de escapar y terminó en una prisión cubana. Doces veces lo intentó, hasta que finalmente logró completar la jornada de 90 millas en una pequeña embarcación junto a otras 18 personas que soñaban con una nueva vida.
Él la encontró.
Ahora es una estrella del béisbol de nuevo. Su madre salió de Cuba también. Él es ciudadano de la República Dominicana, y lo alaban al igual que antes lo hacía su país natal. Yo leí la cautivante historia de Enrique Rojas para ESPNdeportes.com, y una parte me sorprendió. Escribió sobre Kendry haciendo su propio café.
Me hizo detenerme y comprender cuán lejos ha llegado en los últimos seis años.
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