Medias verdades y mentiras enteras alrededor de Chapman

 

Aroldis Chapman

POR JORGE EBRO

EL NUEVO HERALD

Los ejecutivos de Grandes Ligas están hechos de una amalgama única donde se mezclan los talentos de un artista de Hollywood, las artimañas disfrazadas de un gerente de relaciones públicas y la ambición voraz de un corredor de bolsa en Wall Street.

Nunca dicen lo que piensan o lo sueltan a medias, creando cortinas de humo donde la realidad se desdibuja ante los ojos del gran público y los propios interesados de una industria donde los millones pasan de un lugar a otro con velocidad pasmosa.

Tomemos como ejemplo el caso de Aroldis Chapman.

Con las maletas hechas desde hace días, los evaluadores de talento de las organizaciones más poderosas sólo esperaban la fecha exacta para sacar pasaje a Houston y contemplar en vivo y en directo al cubano en un try out -demostración- que definiría el curso financiero de sus próximos años.

Por dentro salivan ante la posibilidad de echarle mano a Chapman, tal vez el mayor talento en bruto -y perdónenme aquellos que alegarían sus años en Series Nacionales- y con una edad verificable que ha llegado desde la isla en los últimos años.

Pero delante de los micrófonos y las cámaras tratan el tema con la mayor frialdad posible, como si se tratara de un jugador de Liga Menor más, al que no se le debe dedicar nada especial.

Brian Cashman, el gerente general de los Yankees de Nueva York, acaba de decir que Chapman "no es una opción inmediata para nosotros y no lo vemos como alguien que pueda estar en nuestra rotación en el 2010''.

Su colega en los Mets, Omar Minaya, ha comentado que el club sencillamente no tiene dinero para ir detrás del antillano, algo que repite el hombre fuerte de los Filis de Filadelfia, Rubén Amaro, y que amplifica a coro el resto de los arquitectos del béisbol.

Bueno, y si no quieren y si no pueden, ¿entonces por qué acudir a Houston?

Por supuesto que sí lo quieren, pero a un precio más bajo y para eso crean la percepción de que Chapman no les provoca nada del otro viernes; y aumentan la noción de que el muchacho tiene tanto potencial de estrella como riesgo de fracasado, apoyados en una realidad indiscutible: ¿por qué entregarle tanto millones si no ha lanzado una pelota en las Mayores?

Ya pasó el tiempo en que a los desertores cubano se les entregaba un cheque de seis o más cifras sólo por el hecho de ser cubanos. El momento económico que benefició a José Ariel Contreras no tiene nada de parecido con el que ahora enfrenta Chapman. Y cuando Cashman -que apostó y perdió con Contreras- grita que no está dispuesto a pagar más de $15 millones, en realidad envía un mensaje de que está dispuesto a firmarlo por $12.

Claro que con $12 0 $15 millones, Chapman debería pegar brincos de alegría y dar gracias a la vida por un brazo del que carecen el 99 por ciento de los mortales en este planeta. Con 22 años y la condición de zurdo, su única preocupación debe ser trabajar al máximo para dentro de cuatro o cinco años verse ante la magnífica perspectiva de firmar un nuevo pacto de muchos, pero muchos más millones.

Pero esa, sin embargo, sería una historia futura. Si es que hay historia.